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China ha superado sus objetivos en materia de energía solar y eólica para 2030 con seis años de antelación y en estos momentos alberga más del 40% de toda la capacidad mundial de energías renovables
En 2024, las emisiones de China descendieron pese a que aumentó la generación eléctrica, lo que podría marcar un punto de inflexión en la lucha global contra el cambio climático
El predominio de China en tecnologías limpias y metales energéticos le confiere una mayor influencia geopolítica y una ventaja económica: está previsto que las exportaciones de tecnologías limpias del país superen los 340.000 millones de USD para 2035
Los inversores descubrirán oportunidades relacionadas con la modernización de las redes eléctricas, las innovaciones en tecnologías limpias y los esfuerzos nacionales por asegurar las cadenas de suministro de metales energéticos.
En abril de 2005, apareció en las escaleras del Museo de Arte Asiático de San Francisco un dinosaurio de fibra de vidrio de tres metros de alto y de color rojo brillante que lucía la frase «MADE IN CHINA» estampada en el tórax. En 2017, una versión de dos metros de alto lució en el vestíbulo del Museo de Arte de Denver en Colorado. Un tercero está alojado en la colección del Museo Johnson de Arte de la Universidad de Cornell, en el estado de Nueva York.
Realizadas por el artista Sui Jianguo, estas piezas invitan a reflexionar sobre el papel de China como fábrica del mundo: con todo tipo de artículos producidos en China para su exportación, desde dinosaurios de juguete hasta grandes buques portacontenedores, la etiqueta «Made in China» se ha vuelto omnipresente en la vida moderna.. También se ha convertido en un actor protagonista del cambio climático: China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo desde 20051.
Made in China, de Sui Jianguo, Denver Art Museum
Sin embargo, ahora el «Made in China» está cobrando un nuevo significado. Se calcula que las exportaciones de paneles solares, baterías, vehículos eléctricos (VE) y turbinas eólicas de China en 2024 redujeron las emisiones globales en un 1% y que el CO2 emitido durante su fabricación se compensó en menos de un año de funcionamiento2. La presencia de China en energías limpias se extiende actualmente por 191 de los 192 estados miembros de la ONU por la vía de las ventas de VE y las infraestructuras y equipos para energías renovables3.
Para los inversores que ponen el foco en la sostenibilidad, 2025 ha sido un período marcado por la incertidumbre. A la vista de que el presidente Donald Trump retiró a Estados Unidos de los Acuerdos del Clima de París y recortó los compromisos medioambientales de su antecesor, muchos temen que la sostenibilidad esté siendo cuestionada. En Lombard Odier, creemos que está dibujándose un panorama diferente.
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¿Sigue siendo China el villano del cambio climático?
Durante muchos años, China ha sido considerada el villano del cambio climático. Basta con hacer una visita a la central eléctrica de Yuanyanghu, en la región carbonera de Ningxia Hui, para ver por qué. Allí, se queman miles de toneladas de carbón cada día en una de las mayores centrales térmicas de China, con sus chimeneas de 200 metros de alto dominando el paisaje.
Durante las cuatro últimas décadas, el auge de China como principal fábrica del mundo ha venido acompañada de un aumento del consumo de carbón, que se ha multiplicado por seis4. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), China consume actualmente casi un 40% más de carbón que los restantes países del mundo juntos5. En 1985, China era la responsable del 10% de las emisiones planetarias, cifra que en la actualidad ha aumentado hasta alrededor del 30%6.
A pesar de las promesas del presidente Xi para reducir la electricidad generada a partir del carbón, el año pasado el sector registró su mayor expansión en la última década7. Dado que China suma más del 90% de toda la nueva capacidad mundial de generación eléctrica a partir de carbón actualmente en construcción o autorizada8, muchos observadores siguen considerando a este país como uno de los principales obstáculos a la hora de abordar el cambio climático.
China alberga actualmente más del 40% de la capacidad mundial de energías renovables, pero el sector sigue marcando récords anuales de crecimiento de la generación eléctrica mediante estas fuentes
La paradoja de la electricidad
Sin embargo, la situación actual tiene otra lectura. A tan solo diez minutos en coche en dirección sureste desde Yuanyanghu, se encuentra el enorme proyecto solar de Ningdong. Ubicado en antiguos terrenos mineros y con vistas a las enormes chimeneas gemelas de Yuanyanghu, este proyecto genera suficiente electricidad limpia como para atender el suministro de un millón de hogares9.
Esta curiosa coexistencia constituye una señal clara de transición. La central solar de Ningdong es una de las miles de instalaciones de energías renovables de uso comercial repartidas por todo el país, con nuevas instalaciones construyéndose cada semana, a menudo en las inmediaciones de las centrales de carbón, e incluso integradas en ellas.
A pesar de su constante apetito de carbón, el sector energético de China está aún más orientado hacia las renovables. El objetivo de instalar 1.200 GW de capacidad solar y eólica que había definido el PCC para 2030 ya se ha superado, con seis años de antelación10. El país alberga actualmente más del 40% de la capacidad mundial de energías renovables11, pero el sector sigue marcando récords anuales de crecimiento de la generación eléctrica mediante estas fuentes12. Hoy en día, el 74% de los nuevos proyectos solares y eólicos del mundo está construyéndose en China13.
Este crecimiento exponencial está teniendo un impacto tangible. Por primera vez en la historia, las emisiones totales de carbono de China descendieron en 2024, incluso pese a que la generación eléctrica total aumentó14. Por revertir la tendencia de las emisiones, este podría ser un momento crucial.
Gran parte del crecimiento de las renovables se explica con una tendencia clave: China está electrificándose más rápido que cualquier otra gran economía. Este hecho se observa con mayor claridad en el sector del transporte, donde China posee actualmente una red ferroviaria de alta velocidad íntegramente eléctrica que quintuplica el tamaño de su equivalente de la UE15, alberga el 90% del parque mundial de autobuses eléctricos16 y ha multiplicado por más de 55 el número de vehículos eléctricos nuevos vendidos (tanto eléctricos puros como híbridos) durante la última década17.
Las implicaciones son profundas. Según la IEA, la electrificación será un elemento esencial para conseguir una economía con cero emisiones netas en 205018. En su condición de mayor emisor mundial, sin la electrificación de China no hay camino posible hacia la neutralidad en emisiones.
Con cada nuevo molino de viento, panel solar y turbina hidroeléctrica que instala, un país que antaño dependía enormemente de las importaciones de combustibles fósiles está dando un nuevo paso hacia la seguridad energética
Sin embargo, para el gobernante Partido Comunista de China, la electrificación va más allá de los objetivos climáticos. Con cada nueva instalación renovable, China refuerza su independencia energética y se convierte en el primer “electroestado” del mundo.
Con ello están generándose dos claras ventajas competitivas. Actualmente, el crecimiento económico va por detrás de la demanda mundial de electricidad19 y, dado que el crecimiento depende enormemente de la disponibilidad de energía, será cada vez más crucial contar con sistemas energéticos eficientes y productivos. A medida que China instala cada vez más renovables y soluciones eléctricas para los usuarios finales, que pueden ser hasta cinco veces más eficientes que las tecnologías de combustibles fósiles actuales20, está consiguiendo rápidamente una ventaja competitiva.
China también lidera la fabricación de tecnologías limpias: más del 80% de los paneles solares y baterías del mundo, más del 60% de los componentes utilizados en la energía eólica y alrededor del 40% de las bombas de calor se producen en China21. Los VE también han ayudado al gigante asiático a convertirse en el primer país exportador de coches, superando a Japón y Alemania22. Además, China es el productor dominante de muchos de los denominados «metales energéticos», como el litio y el cobalto, que son necesarios para la fabricación de tecnologías de energías limpias como las baterías, los paneles solares y las turbinas eólicas23.
El liderazgo en sostenibilidad otorga fuerza geopolítica
Las tecnologías limpias son ya un pilar clave de la economía china y representaron ya el 10% del PIB chino en 202424. De acuerdo con la IEA, las exportaciones de tecnologías limpias de China van a superar los 340.000 millones de USD en 2035, cifra equivalente a la suma de los ingresos petroleros previstos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos25.
Las tecnologías limpias también se han convertido en un pilar de la creciente fuerza geopolítica de China. Por ejemplo, en respuesta a la imposición de aranceles comerciales por parte de EE. UU., en abril y mayo de este año China recortó las exportaciones de imanes de tierras raras —necesarios para las transmisiones de los vehículos eléctricos— a EE. UU. En EE. UU. y sus aliados, algunas plantas de fabricación de coches se vieron obligadas a suspender totalmente la producción26.
En junio, China levantó las restricciones en el marco de las negociaciones comerciales que mantenía. Las exportaciones se recuperaron rápidamente27, pero el mensaje enviado fue claro: en el pasado China dependía de las importaciones de combustibles fósiles procedentes del resto del mundo, pero ahora gran parte del mundo depende ahora de China para abastecerse de componentes clave en tecnologías limpias.
Lejos de sufrir una cancelación, la sostenibilidad está floreciendo, pero no donde muchos observadores podrían pensar. Viene de China
El nuevo código postal de la sostenibilidad
En Lombard Odier, creemos que el análisis de las inversiones sostenibles debe tener en cuenta tres implicaciones clave.
En primer lugar, es esencial desarrollar una comprensión detallada de los cambios a largo plazo que están produciéndose en los sistemas energéticos actuales. Una «apuesta verde» generalizada no será suficiente; por ejemplo, a pesar de que sigue aumentando la demanda de nuevas instalaciones de energía solar en todo el mundo, muchos fabricantes occidentales de paneles solares han tenido dificultades ante el hundimiento de los precios derivado de la sobreoferta china.
La clave está en identificar, la multitud de nuevas oportunidades que están surgiendo a medida que el mundo apuesta por las soluciones sostenibles. Por ejemplo, el despliegue de las renovables requiere una modernización ingente de las infraestructuras de red que, a su vez, se apoya en los cables de alta tensión en corriente continua (UHVDC) de larga distancia. La demanda de cables UHVDC supera actualmente a la oferta en 2,5 veces28, lo que ha elevado el valor total de las carteras de pedidos de 3.000 millones a 20.000 millones de USD anuales29. Actualmente, muchos de los principales fabricantes de cables y tecnologías UHVDC se encuentran en Europa.
En segundo lugar, los inversores deberían estar atentos a las inversiones nacionales a medida que los gobiernos traten de librarse del dominio que ejerce China sobre las cadenas de suministro. En el ámbito de los metales energéticos, probablemente asistamos a la construcción de nuevas instalaciones de extracción y tratamiento, y un crecimiento significativo al reciclaje. En Europa, se prevé que el reciclaje de baterías crezca hasta convertirse en un mercado autosuficiente valorado en 8.000 millones de EUR30. También veremos innovaciones en tecnologías para energías limpias que eviten la necesidad de metales chinos. En EE. UU., por ejemplo, entrará en funcionamiento en 2027 una nueva planta que ha costado 1.000 millones de USD y que fabricará baterías de sulfuro de litio que no necesitan grafito, níquel, manganeso ni cobalto, todos ellos dominados por empresas chinas especializadas en su procesamiento31.
En tercer lugar, debemos ser conscientes de que los vectores de la transición mundial hacia una economía sostenible han cambiado. Allí donde antes sostenía el crecimiento la ideología climática, ahora impulsan las inversiones las fuerzas del mercado, la innovación y el deseo de conseguir la independencia tecnológica y energética.
Y allí donde tradicionalmente se ha considerado a Occidente como la cuna del liderazgo en cambio climático, ahora la sostenibilidad tiene un nuevo código postal. Lejos de sufrir una cancelación, la sostenibilidad está floreciendo, pero no donde muchos observadores podrían pensar. Viene de China.
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